Los datos son muy preocupantes, el año pasado la siniestralidad, lejos de retroceder, ha sido un
auténtico drama:
334.477 accidentes de trabajo con baja.
2.328 in itinere.
703 accidentes graves.
67 fallecidos.
Por Comunidades Autónomas, CANTABRIA registró 581 accidentes con baja y 2 mortales,
Andalucía 5.663 con baja y 16 fallecidos; Cataluña 4.609 y 9 autónomos fallecidos y la
Comunidad Valenciana y Madrid, 3.543 y 2.959 accidentes con 8 y 3 fallecidos respectivamente,
son las que tienen peores índices de siniestralidad.
Los datos no dejan lugar a duda, la relajación en materia de prevención está detrás del aumento
de los accidentes. Desde UPTA venimos advirtiendo que este es un problema que padecen los
autónomos y que aún no ha sido abordado en profundidad por las administraciones territoriales.
Son insuficientes las actividades que se realizan en materia de prevención y muy escasos los
recursos invertidos para este cometido.
Es necesario desarrollar una política preventiva común y que se marquen las directrices desde
el Ministerio de Trabajo, y que el conjunto de los institutos regionales desarrolle acciones
coordinadas.
Además, advertimos del incremento desmesurado de enfermedades psicosomáticas derivadas
de la crisis económica qué padecen especialmente los trabajadores por cuenta propia,
provocada por el COVID-19, y que está dejando un auténtico reguero de afectados.
Exigimos planes específicos para contrarrestar las enfermedades psicosomáticas en materia de
salud mental de los autónomos, las mutuas deberían prestar un servicio mucho más
especializado, es la otra cara de la pandemia, la que nadie quiere ver, pero de la que todo el
mundo es consciente.
Eduardo Abad, presidente de UPTA, “nadie debe fallecer trabajando, si podemos evitar una sola
muerte o accidente grave, lo haremos. Hay que adoptar medidas eficientes en materia de
prevención, todos los esfuerzos son pocos”.