En 2023 se han registrado más de 700 accidentes de trabajo, de los cuales 16 se han catalogado como graves, 6 más que el pasado año 2022.

Han aumentado significativamente los accidentes graves en jornada de trabajo, pasando de 7 a 16, igualando, el número de fallecidos (hubo ambos años 2 fallecidos).

Si bien, el número de accidentes graves in itinere en 2023 es nulo, frente a los 2 ocurridos en 2022.

Para Eduardo Abad, presidente de UPTA, “los datos de siniestralidad laboral del colectivo de trabajadores por cuenta propia son inaceptables, es una lacra que seguimos padeciendo en nuestro colectivo y pasamos, para la mayoría de las administraciones públicas, absolutamente desapercibidos. El Gobierno de Cantabria destina más fondos para la lucha contra la siniestralidad laboral del trabajo autónomo que el Gobierno de España.”

Asimismo, se disparan las dolencias relacionadas con patologías psicológicas derivadas de los riesgos psicosociales, trastornos derivados del alto nivel de exigencia al que están siendo sometidos, sobre todo, los profesionales que desarrollan trabajos o servicios para un cliente único o principal.

La precariedad de las condiciones en las que estos trabajadores autónomos, en su mayoría dependientes o semindependientes, desarrollan sus actividades están desembocando en patologías que forman parte de la pandemia que azota a las nuevas formas de trabajo: estrés, depresión, ansiedad, etc.

Abad concluye, “ desde UPTA exigimos al Ministerio de Trabajo un plan de choque que centre sus objetivos en la concienciación sobre la necesidad de conocer y prevenir los riesgos en el trabajo, es imprescindible que se desarrollen acciones concretas diferenciadas por sectores que sufren con mayor intensidad los índices de siniestralidad laboral, además de abordar los cambios necesarios para que las mutuas de accidentes de trabajo, doten a sus gabinetes de asistencia sanitaria de especialistas en atención psicológica”.